Tomar decisiones, no es sencillo. A menudo, cuando decidimos lo que vamos a hacer, lo hacemos teniendo en cuenta nuestras acciones y decisiones pasadas.
Tener en cuenta el pasado y decidir según nuestras experiencias es una gran ventaja, ya que nos permite aprender de nuestras acciones y, a veces, incluso no repetir los errores del pasado o tomar mejores decisiones en el futuro.
Sin embargo, cuando decidimos lo que vamos a hacer, quizás no sea tan buena idea tener en cuenta nuestras decisiones y acciones pasadas.
Te explico por qué.
Todos queremos dar una imagen de seguridad y coherencia en nuestras acciones y decisiones, además, llevamos muy mal equivocarnos, lo vemos como una debilidad, algo que debemos evitar y ocultar.
Dando imagen de persona coherente y segura esperamos que los que nos rodean piensen que somos gente sólida y de fiar, ¿a quién le gusta tratar con una persona que cambia a menudo de opinión y se equivoca a menudo?
Esto nos lleva a un grave error que nos hace esclavos de nuestro pasado. Si ayer, tomé una decisión bien meditada e invertí tiempo y dinero en desarrollar el proyecto que fuera, si hoy no ha dado los resultados que buscaba, tengo que seguir invirtiendo en ello, hasta que dé resultados, en eso consiste ser persistente, ¿no?
Creo que aquí tenemos que saber diferenciar. Si hemos invertido tiempo en aprender o descubrir algo y en base a lo que ahora sabemos vemos que hay otro camino más interesante, tenemos que ser capaces de cambiar el rumbo. Por otro lado, si no tenemos información nueva y simplemente nos hemos cansado o desanimado, quizás no sea buena idea dejarlo.
La cuestión es, ¿qué sé hoy, que ayer no sabía? y, si en el pasado no hubiera invertido recursos en el camino que tomé, pero teniendo el conocimiento que tengo ahora ¿qué decidiría hoy?
Así, si en un pasado decidiste buscar trabajo en otra ciudad y hoy, tras visitarla o tras informarte más a fondo sobre ella ya no lo ves tan claro, el haber invertido tiempo en este proyecto o el haber dicho a todos tus amigos que lo ibas a hacer, no debería influenciar tu decisión.
Del mismo modo, si en el pasado has comprado acciones o has invertido dinero en algo, ese hecho no debería influirte a la hora de decidir si ahora ha llegado el momento de venderlo a menor precio o incluso de desecharlo en lugar de seguir invirtiendo.
Para mí, el truco está en actuar como si no fueras tú quien ha tomado aquella decisión. De esta manera, serás capaz de tomar la mejor decisión posible, sin dejarte influir por tu ego ni por tu necesidad de demostrar que tus decisiones pasadas fueron acertadas.
De hecho, el que no hayas encontrado lo que querías encontrar, no significa que aquella decisión no fuera las más acertada. A lo mejor lo fue, a lo mejor no. En realidad, no importa, los errores son buenos, están para aprender de ellos cuando se puede aprender algo de ellos, cuando no, mejor dejarlos estar y llevarlos orgullosos como viejas cicatrices.
Aprende de tus errores, pero no dejes que te persigan y condicionen tus nuevas decisiones.
elotro
Latest posts by elotro (see all)
- Por qué los médicos no siempre son los más adecuados para hablar de salud - 2 diciembre, 2016
- Todo vale - 16 septiembre, 2016
- Vamos en la dirección equivocada - 8 septiembre, 2016
- No lo dudes, sé natural, aunque sea artificialmente - 17 mayo, 2016
- El problema de Pareto - 11 mayo, 2016