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16 septiembre, 2016 por elotro 2 comentarios

Todo vale

Cartas de tarot

Existe un fuerte movimiento del «haz lo que sientas», «si crees en ello lo harás realidad», «tus creencias te limitan», «si ha ocurrido es porque tenía que ocurrir» y «todo es relativo» o el ya clásico en ciertos ámbitos «yo siento que» (en lugar de «yo pienso que»).

En realidad, no tengo nada contra las frases en sí, la mayoría de ellas tienen una buena dosis de verdad, pero el uso que se hace de ellas cada vez chirría más.

Todo es relativo.

Por supuesto que todo es relativo a algo, pero eso no hace que todo dé igual o que no existan hechos, simplemente es que si estás en el punto A, verás B de una forma diferente que si estás en el punto C. ¡No significa que si estás en el punto A puedas ver B de cien maneras diferentes!

Las creencias te limitan.

Totalmente de acuerdo, si crees que no puedes, las probabilidades de que lo consigas son mucho menores, pero eso no significa que no vayas a poder.

Y por el contrario, si crees que puedes, tienes mayores probabilidades de conseguirlo, pero no te creas ni por un segundo que con creer en algo ya vas a obtener lo que buscas. Tendrás que trabajar, ser constante y, sí, a veces incluso necesitarás tener suerte.

Tenía que ocurrir.

No. Lo siento, no tenía por qué ocurrir. No tenías por qué enfermar, tampoco tenías por qué encontrarte con tal y cual persona, y no tenían por qué echarte del trabajo. Simplemente ha ocurrido, igual que podría ocurrir cualquier otra cosa.

El universo no tiene planes para cada uno de nosotros, es más, no le importamos lo más mínimo. Lo que te ocurra solo te importa a ti y tu entorno.

…

Me preocupa este espíritu de rebeldía ante lo racional, los datos y la realidad. A menudo mi mujer me dice, «¿Por qué te importa?, cada uno puede pensar y opinar lo que quiera, ¿qué más te da?».

Pero luego pienso, ¡leches!, vivimos en sociedad, y el que a un grupo (¿cada vez mayor?) de gente no le importen los datos lo más mínimo tiene un efecto sobre el mundo, también sobre mí mundo.

Ellos «saben» que existe una conspiración judeo-masónica (perdón, «sienten»). Lo han leído en multitud de sitios.

Saben de primera mano que los médicos esconden la información e intentan vacunar a sus pacientes, están colaborando en la dominación del mundo por las farmacéuticas. Se lo ha contado un amigo que sabe de eso.

Por supuesto, también saben que están envenenando las aguas, echando químicos al cielo para que enfermemos y que el presidente es un robot. ¡Todo el mundo lo dice!

Luego, esa información llega hasta otros. La lees aquí y allí, a veces incluso salta hasta los grandes medios. Algún becario o periodista inexperto que se ha dejado llevar por la ilusión de publicar una gran noticia.

En los grandes diarios, poco después dan fe de su error, pero el daño está hecho, a nadie le importa, porque solo creemos lo que queremos creer. Simplemente pensaremos que son los grandes poderes, que vuelven a intentar ocultar la verdad, no podemos resistirnos a la atracción de las teorías conspirativas.

Existe un libro sobre esto, «On Bullshit«.

En él se intenta definir lo que es «bullshit», término que se suele traducir por «chorradas», «sandeces», «tonterías», «gilipolleces», «boludeces»… Así, habla de la manipulación de la verdad por gente a la que la verdad no le importa lo más mínimo. Gente que dice chorradas y que toma el pelo sin preocuparse de aclarar las cosas una vez terminada la broma.

Uno de los momentos más interesantes (y dramáticos) del libro es cuando, para sorpresa del lector, Harry Frankfurt, el autor, explica que no, que la mentira no es la mayor enemiga de la verdad, sino las chorradas, lo que se dice sin preocupación por la verdad.

Hoy escribía Raúl Hernández en su blog, «nos creemos cualquier mierda» y «somos seres terriblemente manipulables». Yo le añadiría «y además creemos que todo vale».

A mí también me da miedo, y rabia.

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Padre, emprendedor, bloguero, aficionado a la salsa (de la que se baila), convencido del método científico y de la libertad, tanto si es en el ámbito laboral, educativo, político o social. Podrás encontrarme blogueando aquí, en Van3 sobre marketing, SEO y empresa, en el blog de Mondo Agit, sobre traducción y culturas, y en el de Zolani, sobre educación libre y psicología.
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Comentarios

  1. Isabel dice

    16 septiembre, 2016 en 12:01

    Hola, Adrián. Soy tu mujer. No estoy de acuerdo pero te quiero igual 😛
    Mi opinión creo que ya la sabes.
    La cuestión es que las fronteras son muy finas a veces. Y que tendemos a homogeneizar, porque así nos resulta más fácil entender a la gente, clasificarla…
    Porque haya quien vaya poniendo bulos en marcha y mucha gente que se los crea, no pienso que todo el que haga yoga se vaya a creer esos bulos.
    Porque haya quien decida usar menos la mente y más el corazón y el sentir no quiere decir que no vivan en el mismo plano físico que tú, con la misma racionalidad en lo que sea necesario.
    Ser más espiritual y creer en destinos o casualidades tampoco te quita automáticamente tu parte de tierra.
    Creo que estás hablando de cierto extremismo y tú mismo te vas al otro lado. Al final es el mismo patrón.
    Claro que existe el sensacionalismo periodístico y nuestra tendencia al sensacionalismo. Igual podemos investigar más por ahí: ¿Qué lleva a ciertas personas a creerse bulos y a otras a creer en la pantoja? Pues cada uno con su rollo…
    Déjalo…
    SIÉNTETE MÁS, y siéntete más en paz 😉 .

    Responder
    • elotro dice

      16 septiembre, 2016 en 13:33

      Justamente ahí veo el problema, no es cada uno con su rollo. No se puede ir por ahí contando que «se ha demostrado» o que «la ciencia dice» o que «él ha visto o sabe que» si no es verdad. Eso es difamar, falsificar y engañar, y tiene graves consecuencias para la sociedad.

      Lo que quiero transmitir es que hay que ser preciso, y que sí importan los datos. Que, si cuentas algo, es importante saber de dónde lo sacas, por qué piensas que es de una u otra forma y si piensas, opinas, crees o simplemente apuestas.

      No es cuestión de que ser espiritual o creer en cosas sea bueno o malo, es cuestión de diferenciar entre lo que se cree y lo que se sabe y de ser capaz de explicar por qué se cree o sabe algo, de modo que otros puedan formarse su propia opinión.

      Responder

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