Como muchos sabréis, el famoso Principio de Pareto postula que los beneficios que obtenemos provienen de un 20% de nuestras acciones.
Todo gurú y curso sobre optimizar tiempo o procesos, habla de ello.
No tengo absolutamente nada contra Pareto, me parece una idea maravillosa, pero creo que la cosa no es tan sencilla como algunos creen.
Supongo que no soy el primero, pero siempre me he preguntado no solo cuál es ese 20%, sino también si es posible aislarlo del resto.
Por ejemplo, claro que si eres un comercial y vas sembrando relaciones con diferentes personas, únicamente unas pocas, posiblemente ni un 5%, te dé resultados, pero es totalmente imposible saber a priori cuáles son las buenas, es más, ni siquiera puedes descartar que no sea el conjunto de las acciones lo que te ha llevado a conseguir ese 5% de buenos resultados.
Eso es lo que convierte esta ley en algo mucho menos efectivo de lo que creemos cuando oímos hablar de ella por primera vez.
Por supuesto, si entendemos el Principio de Pareto como una razón para pensar y optimizar procesos y mejorar aquello que hacemos, no hay duda de que vamos por el buen camino, pero si lo vamos a tomar como escusa para dejar cosas que aparentemente no dan resultados, más vale que vayamos poco a poco y con rigor científico, a menudo no te das cuenta de lo que aporta algo hasta que no dejas de tenerlo (o hacerlo, en este caso).